Mi abuelita decia: La queja borra la buena fortuna.
Es probable que conozcas a alguna de esas personas que siempre se están quejando, esas que se quejan cuando llueve y cuando sale el sol también, cuando hace frío y también cuando hace calor, cuando están solas y cuando están acompañadas. A esas a las que nada les contenta y que encuentran los motivos más estrambóticos por los cuales quejarse, motivos que harían palidecer de envidia la fértil imaginación de Kafka.
Quejarse es sinónimo de miopía severa con los problemas del prójimo, ingratitud para con la vida y ganas de perder el tiempo inútilmente.
Pero como estas cosas normalmente no se las podemos decir a rajatabla a esas personas que tienen la manía de quejarse por todo, no nos queda más remedio que salir corriendo apenas las distinguimos o aguantar el rosario de quejas asintiendo levemente con la cabeza y esperando que termine pronto.
De hecho, existen mil y un motivos por los que quejarse no conduce a nada, es un hábito tan inútil como una danza india para llamar la lluvia. Entonces, ¿por qué estas personas tienen la manía de quejarse por todo?
La primera razón es muy evidente: se sienten profundamente insatisfechas. Estas personas no se están quejando de la lluvia o del calor sofocante, de la soledad o del mal trato que les dio la empleada de turno, se están quejando de su vida, del gran vacío que sienten y de la falta de sentido que las asola. Una persona que se queja es una persona insatisfecha, alguien que no ha encontrado esas razones que le dan sabor a la vida.
La segunda razón es el hábito. De hecho, a menudo la queja es un comportamiento heredado de los padres. Estas personas asumen los lamentos como parte de su comunicación y no conciben una conversación sin ella. En algunos casos la manía de quejarse es tan extrema que si no lo hacen, simplemente no sabrían como romper el hielo o de qué hablar.
La tercera razón es un profundo egocentrismo sustentando en la falta de empatía. Estas personas dan por descontado que merecen más que las otras y, cuando no lo obtienen, se quejan. No son capaces de ponerse en el lugar de los demás y comparar porque su egocentrismo se los impide. Para estas personas, llueve porque el universo está en su contra y hay crisis porque Dios (que no tiene más nada que hacer) ha decidido contrariar sus planes.
Te animas a observarte y hacer un cambio?