En una explicación más divina y menos mundana, quitarnos lo que cubre nuestros pies también representa humildad, para con nosotros y para con el espacio que nos abre sus puertas. Es una forma de mostrar virtudes como respeto, disciplina, devoción y al mismo tiempo darnos el permiso de sentir “la Tierra” que nos recibe para nuestra experiencia o práctica.
Otro de los motivos tiene que ver con la sensibilidad de las plantas de los pies. Se dice que en esa parte de nuestro cuerpo se sitúan más de 7 mil terminaciones nerviosas, y desde el punto de vista de la medicina oriental, en las plantas de los pies se encuentra reflejado todo el organismo, es decir, cada punto nervioso ubicado ahí conecta con un órgano o parte de nuestro cuerpo…. La cabeza en el dedo gordo, los oídos en el dedo pequeño, los órganos sexuales en los talones, etc.
Hablando desde un nivel mucho más sutil, descalzarte (de zapatos y calcetines) permite a tu propia energía fluir más libremente para acompañar todos los cambios que van sucediendo durante la clase de Yoga, desde la toma de conciencia, la activación hasta la relajación y la meditación.
Los pies descalzos maximizan ese flujo de energía, ayudan a limpiar y revitalizar.